domingo, 28 de julio de 2013

Panamá. La cinta costera

La Cinta Costera



Cuando estaba en Barcelona dieron un programa sobre Panamá de la serie "Españoles en el mundo". En el aparecían diversas parejas casadas con panameños o panameñas que daban su visión del país en que habían elegido vivir. Coincido con la mayoría de ellos en que, por lo general, Panamá es un país amable con el recién llegado. Un país donde uno se siente cómodo enseguida.
Una de las españolas vivía en uno de los rascacielos de la "Cinta Costera". Y mostraba las magníficas vistas que tenía desde su apartamento y lo bien que iba a vivir, pues se habían cambiado recientemente. Como vivo a un paso de la Cinta, que es un paseo peatonal al borde del mar, lo he caminado varias veces. Y me gusta. Es muy agradable sentir la brisa, ver el mar, incluso algunos barquitos atracados. Es un lugar donde mucha gente va a hacer footing, patinar, ir con bici o, simplemente, pasear. El sitio es, además, muy seguro ya que está lleno de policías. Un sitio ideal para la clase media, se diría. Como la joven española del programa.
Pero La Cinta Costera también tiene sus inconvenientes. Para empezar los rascacielos forman un bosque que no deja ver la ciudad más allá; a sus pies hay la autovía con un tráfico densísimo y el ruido de fondo que le corresponde. De noche la avenida iluminada es muy bonita. Sin embargo las luces de los apartamentos habitados son muy pocas: ¿un 10 o 15%? Dejémoslo en un 20%.
Quise ver más allá del paseo al lado del mar. Me interné en una calle al terminar la Cinta. La calle iba serpenteando y con cuestas y bajadas. A banda y banda edificios altísimos y guardias de seguridad. Y todavía seguían construyendo en algún hueco que quedaba. Llegué al final de la calle esperando ver el mar. Pero mi sorpresa fue que la calle no tenía salida. Un guarda me lo indicó prohibiéndome seguir. Era un bloque privado. En medio del bosque de cemento y sus estrechas calles me di cuenta que aquello era insostenible, que era como un mal sueño, no el sueño que dijo la chica de "Españoles en el mundo".
Si los apartamentos estuvieran todos habitados la gente no podría salir de esa calle. No había espacio suficiente. No podrían andar con sus carros al trabajo ni tampoco llegan los buses. No digamos ya si hubiera un incendio. Y las aguas residuales ¿cómo sería posible reciclar tal cantidad? La maravillosa Cinta Costera se me apareció entonces como una ratonera. La imagen ultramoderna de esa Nueva Panamá que se construye en la última década es como un espejismo.
Hablando con amigos panameños y comentando la burbuja y boom inmobiliario en España salían las mismas conclusiones, el mismo tipo de políticas neoliberales y depredadoras que la gente solo ve después de unos años. El gobierno panameño está permitiendo y alimentando esa burbuja especulativa inmobiliaria como escaparate de un nuevo país moderno.

Un futuro gobierno progresista y respetuoso con el medio ambiente tendrá que deshacer muchas de esas barbaridades para volver a un tipo de economía que esté al servicio de la gente y que sea sostenible y equilibrada con la naturaleza. Panamá se lo merece.









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