He
llegado hace una semana a Caracas. En pocos días no se puede uno hacer una idea
de Caracas, con su amplitud, sus barrios, su bullicio. Pero sí tengo ya unas
impresiones.
Lo
primero que me viene a la cabeza es la idea de una Caracas violenta y sin ley
que intenta darme la dama burguesa que se sentó a mi lado en el avión. Según
ella en cualquier esquina te atracan, o te matan. Como para saltar del avión antes
de llegar.
Los barrios más pobres de Caracas se encaraman por las colinas
Pero resulta que vivo en casa de una familia en el barrio 23 de Enero, en teoría uno de los más violentos y conflictivos. Ese barrio tiene enormes bloques de pisos que fueron tomados por la gente en 1958 cuando cayó la dictadura de Pérez Jimenez. Las viviendas iban destinadas a los militares, pero el pueblo se adelantó. Después derrumbó la dictadura y así “legalizó” su ocupación. Desde siempre el 23 de Enero ha sido un barrio “arrecho”, de gente brava.
El
viernes, un día después de mi llegada, me fui con mis amigos a bailar salsa. El
lugar era una casa antigua con un hermoso patio y decorada de forma
moderna. Estaba en lo alto de la ciudad.
Un ambiente bohemio y desenfadado. Toda la gente que bailaba lo hacía muy bien.
Yo aprendí algún paso más esa noche. A las cuatro de la madrugada decidimos
regresar, pero sin coche. El primer taxi se nos escapó porque uno de mis amigos
se enrrolló hablando con otro y el taxista se cansó de esperar y se fué. El
segundo taxi también lo perdimos porque se nos sumó otro y éramos demasiados.
Al final bajamos un montón del trayecto andando por medio la calle, hasta que
un viejo y gran taxi nos montó a cinco. En ningún momento tuve la sensación de
peligro.
Por
las mañanas salgo al parque del Oeste, donde practico musicoterapia con casi un
centenar de mujeres... y algún hombre. Es una forma de hacer ejercicio
divertida, sana ...y gratis. Cualquiera puede participar y es bienvenido. Las
mujeres enseguida te atienden y contestan tus dudas.
Una
de las cosas que más diferencia he notado, no sólo respecto a Panamá, sino
también respecto a Barcelona y Europa, es la cantidad
Vista de Caracas desde el teleférico de El Ávila
de servicios gratuitos que ofrece, bien sea el estado, bien el Ayuntamiento. El metro es gratuito para los jubilados, es decir, mayores de 60 años. Las entradas a cines y espectáculos son muy económicas. Los museos también gratuitos. Los billetes de avión internos para jubilados a mitad de precio. Y eso sean nacionales o extranjeros. Las avenidas son amplias, con plazas enormes, y los edificios del centro recuerdan el pasado colonial y tiempos de influencia de la arquitectura francesa.
Vista de Caracas desde el teleférico de El Ávila
de servicios gratuitos que ofrece, bien sea el estado, bien el Ayuntamiento. El metro es gratuito para los jubilados, es decir, mayores de 60 años. Las entradas a cines y espectáculos son muy económicas. Los museos también gratuitos. Los billetes de avión internos para jubilados a mitad de precio. Y eso sean nacionales o extranjeros. Las avenidas son amplias, con plazas enormes, y los edificios del centro recuerdan el pasado colonial y tiempos de influencia de la arquitectura francesa.
El
metro es limpio y amplio. Funcionan 5 líneas y hay teleféricos que llevan a la
gente a algunos de los barrios que se encaraman por los cerros de alredredor.
Al norte y al sur hay montañas. La más alta es el cerro de El Ávila, con más de
2.000 metros. Caracas tiene un clima suave, mucho menos húmedo que Panamá pues
está situada en un amplio valle, cerca del mar, pero detrás de la primera
cadena de montañas. Por la mañana se puede ver la niebla, que desaparece luego.
Aquí
lo peor del tráfico son las motos y también las camionetas. Los motoristas
(hombres casi siempre) no respetan nada ni nadie. Cruzan el semáforo en rojo,
suben por las aceras, van pitando todo el rato para apartar la gente o los
coches. Encima si les haces algún gesto para mostrarles que están saltándose
todas las reglas, te contestan enfadados. Y la policía no hace nada, los deja
pasar ante sus narices. Parece que hay dos varas de medir a la ciudadanía.
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Alegría y colorido en un barrio pobre
profesional completo. Pero también, me dicen, están los empleados públicos que maltratan a la gente. Y los que “huevean” con “estudios”, “informes” y “tareas” que nadie ve ni puede demostrarse su utilidad. El socialismo no es estatalismo, pero seguramente sin empresas estatales no habría tanta riqueza social. Las empresas autogestionadas parece que funcionan bastante mejor que aquellas que son dirigidas por burócratas nombrados a dedo que no tienen idea de lo que tienen entre manos.
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Los chicos se divierten con sus zapatos viejos
Sin embargo el petróleo no lo es todo y hoy Venezuela se debate entre una profundización de la revolución o un paso atrás. El intento de asesinato de un alto cargo chavista y progresista, el presidente del Indepabis, Eduardo Samán, y el camuflaje en las noticias oficiales como si fuera un “asalto de delincuentes”, muestra una guerra económica de fondo en el que están implicada la derecha económica pero también la complicidad de sectores de la burocracia gubernamental.
El
gobierno, extrañamente, no ha dicho ni “mu” sobre el atentado de quien, en
teoría, sería “uno de los suyos”. Es sólo un ejemplo del choque que también se
da en las fábricas, los campesinos, los indígenas con los patronos y quienes
trabajan para ellos desde el gobierno. Parece que aterrizo pues en un momento
de cambio de ciclo. Veremos si se confirma y lo convulso que será.
A.B.
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